martes, 31 de marzo de 2020

Estrechando lazos

Apoyo

Carta abierta de apoyo al sector agrícola, ganadero y pesquero local y sostenible ante la crisis sanitaria del COVID-19

No cabe duda que la prioridad para la sociedad en este momento es superar la crisis sanitaria que estamos viviendo. Por ello, el máximo agradecimiento a todas las personas, servicios y administraciones que están dando lo mejor de sí para frenar esta amenaza.

En estos días de crisis global, nuestros pensamientos y solidaridad están con quienes, directa o indirectamente, enfrentan las consecuencias del COVID-19 y, de manera muy especial, con aquellas personas y comunidades que son más vulnerables. Uno de los mejores valores comunes que tenemos como sociedad es nuestra capacidad de amabilidad colectiva hacia los demás y hacia nuestro planeta.

Por este motivo, y ahora más que nunca, necesitamos la calidad y cercanía de los productos del sector agrícola, ganadero y pesquero que trabaja en armonía con el planeta. Y queremos que os sintáis queridos y apoyados por la sociedad.

La naturaleza nos protege y nos da de comer. La pequeña y mediana agricultura y ganadería así como la pesca artesanal de bajo impacto, con un fuerte vínculo territorial, cuidan de la naturaleza, garantizan el suministro de alimentos y también un mundo rural vivo, fijando la población en el territorio.

Ante la actual crisis sanitaria, nos damos cuenta de lo realmente importante: las personas, la salud pública, el cuidado del planeta, la alimentación, el agua, el aire... las relaciones humanas y sin duda, más que nunca, la cooperación. Todas las personas juntas podemos superar esta pandemia, pero también la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad, la emergencia climática y la destrucción de la biodiversidad. Sin un sector agrícola, ganadero y pesquero fuerte, sostenible, de cercanía y valorado por la sociedad no lo podemos hacer.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) las granjas familiares representan más del 90% de todas las explotaciones agrícolas del planeta y producen el 80% de los alimentos del mundo en términos de valor económico. Por otro lado, el 90% de la pesca es de pequeña escala, y abarca la mitad de las capturas en los países empobrecidos. Sin embargo, las desigualdades son también acuciantes. Por ejemplo, las mujeres suponen casi el 50 por ciento de la mano de obra agrícola, pero sólo poseen el 15% de las tierras agrícolas.

La agricultura fue, hasta la década de los 60, el soporte principal de la economía a nivel del estado español, pero actualmente emplea sólo alrededor del 6% de la población activa. En todos los ámbitos, son la pequeña y mediana agricultura y ganadería y la pesca artesanal las que más se ven afectadas por los Tratados de Comercio e Inversión y la desregulación del mercado, que imponen un modelo cada vez más industrializado y subyugado a los oligopolios y fluctuaciones de los mercados, donde no se garantiza un precio justo para las personas productoras. Ante una demanda cada vez mayor por parte de la población de alimentos saludables y sostenibles hay sectores que emergen y deben ser apoyados. Por ejemplo, la producción ecológica, la ganadería extensiva y la pesca artesanal de bajo impacto.

Sin embargo, vemos cómo, en estos días, ante una crisis sanitaria, la pequeña y mediana agricultura, ganadería y pesca, así como aquellos sectores que a pequeña escala transforman y distribuyen los alimentos, son los principales perjudicados, cuando también pueden aportar bienes de primera necesidad protegiendo a su vez el entorno, algo que nos permitirá ser resilientes y enfrentarnos a otras crisis, cuando ésta esté superada. En particular, la dependencia cada vez mayor de la gran distribución alimentaria está poniendo en peligro el modelo de producción agroecológico y más sostenible social y ambientalmente.

Sus principales canales de distribución de alimentos se cierran o se ven tocados casi de muerte. Es prioritario garantizar su funcionamiento, por las personas que viven de este sector, para que todas las personas sigamos pudiendo tener alimentos de calidad y sostenibles en nuestros platos, para garantizar el cuidado de la Naturaleza y un mundo rural vivo.

Es responsabilidad de los Estados garantizar el Derecho a la alimentación y nutrición adecuadas y los derechos de las personas productoras, más aún en momentos de emergencia. Se necesitan cambios profundos en nuestros patrones de consumo y en el modelo agroalimentario y, para ello, hace falta un apoyo decidido con políticas públicas.

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