jueves, 5 de febrero de 2015

¡Piensa globalmente, come localmente!

Gilles Billen para Globalízate, 28/01/2015

En los países industrializados hay un movimiento ciudadano muy activo, transmitido en algunas ocasiones por las autoridades públicas locales, que intenta promover la producción local de alimentos con el fin de recuperar el control de la nutrición, rehacer vínculos sociales que han sido destruidos con frecuencia por el alcance de la gran distribución y desarrollar la economía local. También los países en vías de desarrollo intentan reforzar el suministro local de alimentos, así como recuperar parte de su soberanía alimentaria, perdida tras décadas de políticas de mercados abiertos. Tanto a escala de comunidad como nacional, el objetivo de buscar fuentes locales de alimentos se presenta, por tanto, como una potente cuestión política y económica. Se ve confrontada, sin embargo, por la realidad del mundo actual, en el que el envío de productos alimentarios a largas distancias ocupa una gran parte de la producción agrícola: Lassaletta et al. (2014) calculan que una tercera parte de todas las proteínas producidas globalmente es redistribuida mediante el comercio internacional, mientras que un reciente estudio hecho en Francia muestra que los intercambios comerciales hechos a más de 200 km de distancia ¡representan más del doble de la producción agrícola (Le Noé et al, en prensa)!
El traslado transoceánico en contenedores de semillas de soja y otros alimentos es barato y, además, muchos estudios han mostrado que, en sí mismo, no significa una huella medioambiental si se compara con la que causan las propias prácticas agrícolas. Pasar de la agricultura química a la agricultura ecológica, que causan transferencias muy inferiores de nitrógeno al medio ambiente, tendría un impacto mucho mayor que el de reducir las "distancias del transporte de alimentos" (Weber and Mattews, 2008). Por ello, la cuestión que hay que plantearse es si buscar suministros locales de alimentos es bueno para el medio ambiente. Los economistas pueden argumentar los beneficios comparativos de producir cada tipo de alimento en el lugar del mundo más conveniente y usar el comercio internacional para su redistribución. Entonces, ¿es que aspirar a la autosuficiencia y la soberanía alimentaria pone en riesgo el óptimo medioambiental que la globalización podría ofrecer?
Basándose en los datos de la FAO, Billen, Lassaletta and Garnier (2014, 2015) establecieron un modelo del sistema agroalimentario en 12 regiones del mundo en término de flujos de proteínas entre tierras cultivables, praderas, ganado y nutrición humana, incluyendo las pérdidas del nitrógeno traspasado al medio ambiente en cada una de las fases de la cadena. Además de mostrar las grandes disparidades geográficas del actual sistema alimentario mundial, el modelo permitíaexplorar las posibilidades de cumplir las demandas de alimentos para el año 2050, basadas en proyecciones demográficas. Manteniendo inalterables las áreas cultivables actuales y los sistemas ganaderos y de cultivo de cada región, exploraron las posibilidades de "alimentar al mundo" de acuerdo con un número muy amplio de combinaciones de los tres controladores críticos: (1) la dieta humana (el volumen total de proteínas consumidas y el porcentaje de proteínas de origen animal incluido en ese total), (2) la producción ganadera local y (3) la intensidad de la fertilización de los cultivos en cada región. Los resultados muestran que alimentar a la población mundial prevista para el año 2050 implicaría, en general,niveles muy superiores de comercio inter-regional y de contaminación medioambiental por nitrógeno que el que se da con los niveles actuales, pero que los escenarios que recurren menos al comercio inter-regional producen menos pérdidas de N que se traspasan al medioambiente. Si se quiere establecer globalmente una dieta humana equitativa (en los términos de consumo proteínico igualitario, el mismo en todas las regiones del mundo), la fracción de proteínas de origen animal no debería exceder del 40% de una ingesta total de 4 kgN/per cápita/año (que es cercana a las recomendaciones dietéticas de la OMS, pero muy inferior al porcentaje de la dieta actual europea y norteamericana). También muestran que una mejora ligera del rendimiento agronómico en las regiones más deficitarias (principalmente el Magreb, Oriente Medio, el África subsahariana e India) posibilitaría no solo alimentar al mundo con una tasa mucho menor de comercio internacional (y por ello, con mayor soberanía alimentaria), sino que también reduciría con la eficiencia máxima la contaminación por nitrógeno del medio ambiente (véase Fig. 1).
Estos resultados indican que en una escala global, y contrariamente a lo que se suele afirmar, el objetivo de la soberanía alimentaria es coherente con la reducción de la contaminación medioambiental debida a la agricultura. En una escala local se ha demostrado en diversos ejemplos de Francia y España que la relocalización del suministro alimentario y el retorno a la conexión de la agricultura, la ganadería y el consumo de alimentos puede mejorar radicalmente la calidad del agua (Billen et al, 2009, Lassaletta et al., 2013). Van Grinsven et al (2015) han propuesto un escenario de extensificación de la agricultura europea y han mostrado que sería beneficioso tanto en los términos de los costes medioambientales como en los del suministro de alimentos en el mercado mundial. Ahora ya puede afirmarse con claridad que potenciar la autosuficiencia y la soberanía alimentaria no solo no pone en riesgo la seguridad global de la alimentación, sino que, muy al contrario, es la mejor opción para alimentar a las personas y salvaguardar el planeta.
Figura 1: En este diagrama se representa una amplia gama de escenarios para la alimentación del mundo en 2050 (suponiendo que no se produzcan cambios importantes en el área de tierra cultivable) de acuerdo con la cantidad requerida del comercio internacional (eje horizontal) y la contaminación medioambiental por nitrógeno resultante, inducida por las pérdidas de N en las tierras cultivadas (eje vertical).

1. La situación actual (2009) se caracteriza por una intensidad del comercio internacional de aproximadamente 25 millones de toneladas de proteínas N por año y por unas pérdidas de nitrógeno desde los cultivos al medioambiente de hasta 100 millones de toneladas al año.
2. Con la población mundial proyectada y la dieta calculada en cada región del mundo por los economistas, alimentar al mundo requeriría doblar la intensidad del comercio internacional y llegar casi a triplicarla contaminación de la agricultura.
3. Con una dieta equitativa (la misma en todas las regiones del mundo) establecida de acuerdo con las recomendaciones saludables de la OMS, hay muchas posibilidades de satisfacer los requisitos de la población mundial. Todos los escenarios requieren más comercio internacional y producirían más contaminación que la existente en la situación actual, pero los que tienen la tasa menor de comercio internacional son los que menos contaminación N producen.
4. Si se hace el esfuerzo de mejorar los rendimientos agronómicos de los países más deficitarios (Magreb, África subsahariana e India) hasta el nivel de alcanzar la capacidad de autosuficiencia en la dieta más baja posible, entonces es posible alimentar al mundo con la dieta equitativa óptima con un comercio y una contaminación N inferiores.
5. El escenario de autosuficiencia regional plena (no inter-regional) produciría una contaminación N significativamente inferior a la que se observa actualmente.

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