Marcelino Santiago es uno de los dos únicos productores de pollo
ecológico que existen en Euskadi. Hace dos años unió sus ilusiones a las
de otro socio –David, que después dejó el proyecto–, capitalizó la
prestación por desempleo, se lió la manta a la cabeza, y decidió que la
falta de apoyo institucional o las dificultades administrativas no iban a
demorar más el proyecto al que llevaba tiempo dándole vueltas: montar
una granja ecológica de pollo. Así nació la Ecogranja Orikitxa, situada en Audikana, en plena llanada alavesa.
Dos inviernos de mal tiempo y mala suerte han provocado daños en la
finca, dificultando los planes que Marcelino tenía para ampliar la zona
de parque en la que los animales corren y pican lo que encuentran para
comer, ya que “disfrutan más en los parques con hierba”. Así que, con el
apoyo de Biolur, la asociación de apoyo a la agricutura ecológica de Gipuzkoa, ha puesto en marcha una acción de microfinanciación en la plataforma Goteo.org.
Marcelino explica que ideó Orikitxa “en
un marco de desarrollo rural sustentable”, es decir, como un proyecto
“diverso, ligado a la tierra, con inversiones justas para desarrollar
actividades cercanas a sus mentores y partiendo de recursos propios”.
Tras un primer año “intenso y bonito” en invierno de 2016 su socio dejó
el proyecto y las nieves de febrero hundieron el almacén. “Aún así,
remontamos, y a finales de año teníamos asentada la actividad con los
pollos”. Pero un año después, la madrugada del último 13 de
febrero, un vendaval volteó los pollineros y los pollos pequeñitos
murieron de frío. Además, el invernadero sufrió destrozos en buena parte
de la cubierta de plástico.
El responsable de Orikitxa señala que “gracias al incondicional apoyo
emocional y económico de colectivos de consumidores y de personas
cercanas, vamos recuperándonos”. Así, tras un breve parón, la semana del 24 de mayo comenzarán a carnear de nuevo. Los invernaderos están también listos para poder plantar.
A través del crowfounding en Goteo, confía en obtener un mínimo de
3.000 euros, si bien el importe óptimo serían 6.500 euros. “Tenemos la
esperanza de podernos recuperar económicamente y hacer frente a los
gastos de mantenimiento de la granja, recuperar los daños ocasionados
por el vendaval, y afrontar los gastos de ampliación de parques que
teníamos previsto”. La primera ronda de la campaña de microfinanciación
finaliza en 17 días.
Producción limitada y venta directa
Con Marcelino trabajan en Orikitxa “Erika, a tiempo parcial; Arkaitz y
Jaione, que cultivan para sus cestas parte de la huerta, y Carmen como
socia colaboradora”. La actividad de la granja se centra en el engorde
de pollo, la producción hortícola y la comercialización, pero Marcelino
subraya que “la divulgación” a través de visitas, charlas y talleres es
parte de la actividad y la filosofía de este proyecto.
Orikitxa cuenta con ocho pollineros móviles de 10 m2 cada uno, en
parques de 250, que rotan respetando el vacío sanitario. Cada quince
días llegan pollitos de un día y “los recibimos con una receta de la
abuela que les ayuda a fortalecer el sistema digestivo, un poco de pan
mojado con un poco de vino”. Durante el primer mes, alimentan a los
pollos con pienso ecológico. A partir de ese momento, salen al parque
donde además de corretear van picoteando la hierba y lo que encuentran,
“echamos en los corrales restos de la huerta y vemos que el calabacín y
el tomate les encantan, pero los pimientos ni los prueban. En la última
quincena mezclamos el pienso con trigo y maíz de producción propia o de
agricultores ecológicos vecinos”.
Los pollos, de crecimiento lento, se crían durante 90 días y llegan a alcanzar los dos kilos en canal.
“Debido al tipo de producción, en el mismo lote se producen
desigualdades en el desarrollo de los pollitos, que se perciben ya desde
las primeras semanas. Los sacamos con tres meses porque es el momento
de equilibrio ente la textura de la carne y el sabor”, afirma Marcelino.
La producción de Orikitxa es limitada, 100 pollos cada 15 días.
Venden directamente a los consumidores, también a través de grupos de
consumo cercanos, tanto en Araba como en Gipuzkoa. El precio de venta
oscila entre 8,75 €/kg y 9,5 €/kg. “Con ello cubrimos los gastos de
producción, sacrificio, envasado, reparto y un pequeño margen de
beneficio”, explica Marcelino. “Si nuestra producción fuera mayor,
podríamos bajar el precio o aumentar el margen de beneficio y si la
industrializáramos, tendríamos aún más márgenes. Pero sería otra
historia, menos ecológica y, por supuesto el pollo no sería el mismo”.
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