Autores: Jaime Sánchez Moreno y María Ñacle
Aunque en la Cumbre del Clima COP25 en Madrid no ha habido acuerdos trascendentales para hacer frente al cambio climático,
ha conseguido que se hable más de este tema durante una semana. En este
contexto, durante los últimos años se han popularizado formas de
ecologismo, como es el caso de los huertos urbanos.
A lo largo de la historia, la horticultura
en las ciudades ha tenido como objetivo principal hacer frente a crisis
económicas. Hoy en día, está enfocada también en cuestiones como la
ecología, la salud, el ocio e incluso la integración social.
En Madrid se pueden encontrar varios huertos urbanos. Esto es una Plaza, uno de ellos, está situado en Lavapiés desde 2008. Su filosofía se basa en el «procomún»
(el «commons» anglosajón) o gestión del bien común. Este concepto es
definido por el huerto como la interacción entre diferentes miembros que
comparten intereses, surgida del empoderamiento de personas que
reclaman derechos amenazados o destruidos. En su apartado sobre el
sistema político que defiende, el huerto aboga por el consenso entre sus
miembros en cualquier tipo de decisión, aceptando diversidad de
opiniones.
El huerto urbano se construyó sobre un
espacio abandonado, donde el consumo de drogas era lo más normal. Esta
realidad, ya enterrada en el pasado, la sabemos gracias a Alicia, una voluntaria que lleva varios años colaborando en el huerto. Su perro, Toby, suele acompañarla. Su dueña destaca que cualquiera es bienvenido a pasarse por este rincón de la calle del Doctor Fourquet.
Yendo más allá de cualquier tipo de empatía, en Esta es una Plaza, han surgido «cosas». Olivia,
de Inglaterra, llegó hace cinco años a Madrid cuando encontró con un
amigo este sitio. Allí conoció a un chico que estaba haciendo un taller
de construcción de gallineros. Él trabajaba en Carpinteros Sin Fronteras.
Como ella estaba implicada en proyectos similares al del huerto, se
entusiasmó por este pintoresco lugar. Olivia, recién llegada a España,
no sabía casi nada de español. Para hablar con el chico necesitó de
traductor a su amigo. Un año después, se encontró de nuevo con ese chico
en el Matadero. Ahora trabajaba en el mercado de productores. Pudieron
hablar más, ya que ella dominaba mejor el español. Y, desde entonces,
llevan juntos cuatro años. De hecho, justo ahora se está mudando para
vivir con él. «La Plaza es un lugar de encuentros románticos», enfatiza Olivia.
Red de Huertos: un cambio ecosocial
Entre 2003 y 2004 empiezan a surgir los primeros huertos urbanos
en Madrid. Pero es en 2009 cuando unas pocas iniciativas ciudadanas
deciden unirse y trabajar en una red común con el objetivo de
concienciar a la sociedad sobre el ecologismo. Otra de las metas es
compartir recursos , tanto materiales como formativos, y la protección
de las agresiones del entorno.
Los huertos comunitarios comenzaron a regularizarse en 2014.
En total fueron 12. Actualmente, alcanzan la cifra de los 45. Además,
cuentan con el apoyo del ayuntamiento y las juntas municipales. Ya que
como comenta, Pablo Llobera, miembro de Red de Huertos,
las instituciones «han entendido que es un movimiento ciudadano de
abajo hacia arriba que es preciso apoyar». De la misma manera, dentro
de la Delegación de Medio Ambiente, hay un departamento con un
técnico que apuesta por esta línea de colaboración público-social.
Por otro lado, cada huerto regularizado recibe al inicio una parcela
vallada, una caseta de aperos, uno o dos tablones para información,
tierra de cultivo y una toma para el agua de riego.
Bajo los principios de comunitario, agroecológico y autogestionado,
esta iniciativa comparte la horticultura comunitaria como «herramienta
de empoderamiento ciudadano y de transformación eco-social y cultural en
los barrios», explica Llobera. Con el fin de llevar una alimentación
saludable, un consumo de verdura de temporada y un ahorro de recursos.
Por otra parte, también se busca la reutilización de materiales para conseguir una transición agroecológica.
En cada proyecto se involucran
aproximadamente entre 10 y 20 personas. Los perfiles son muy amplios.
Pero a pesar de lo que se pueda pensar hay una baja participación de
jóvenes y adolescentes. Puesto que, las edades predominantes se sitúan
entre los 30 hasta los 60 años.
Red de Huertos de Madrid defiende la idea
de que el cultivo de alimentos hace germinar vínculos sociales.
También se fomenta el esfuerzo y la colaboración desde una democracia participativa. Otro de los beneficios de estos lugares es la opción de poder comer más sano y de una manera más sostenible.
En este momento, estos espacios se encuentran en una fase de consolidación y mantenimiento. «Seguimos trabajando -amablemente- para invitar a más personas a sumarse al cambio cultural
que requiere el planeta en este siglo XXI. Las personas que quieran
sumarse no tienen más que buscar en las redes su huerto comunitario más
cercano. Queremos que entrar en un huerto comunitario sea un experimento
sobre cómo tendremos que vivir dentro de pocos años: bienvenidos al
futuro», recalca Llobera.
ReHd hace un balance agridulce de la
COP25. «Muchas buenas ideas y gentes reunidas aportan lo mejor. Pero las
democracias y gobiernos actuales se muestran zombies, ya que
son pocas las medidas vinculantes y nulos los mecanismos de obligado
cumplimiento. Por eso, lo mejor de nuestras sociedades sigue estando en
los movimiento sociales, los gobiernos no están a la altura de los retos
y de su tiempo».
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